El último día, que teníamos unos 16 km y no más de 400m de desnivel positivo, salimos con ganas porque se trataba de terminar pronto la ruta para poder coger el coche con tiempo.
Es una jornada muy bonita, incluye visita a una cascada chulísima, en el desayuno nos habían explicado muy bien por dónde había que ir, y se hizo divertida y corta.
Al llegar a Cal Pere Sidro la última cerveza con los que habían sido nuestros compañeros de fatiga en la ruta, sobre todo las dos últimas jornadas, Monica y su hijo Joan, Ignaci y su hija Marta. Como siempre pasa nos encontramos con gente que comienzan siendo completos desconocidos la primera noche y cinco días después les despides con un abrazo. La montaña es así.
Y para remate de fiesta Mari, la dueña de Cal Pere Sidro nos regaló unas senderuelas (son unas setas pequeñitas), que ella misma había recogido. en cuanto haga algo con ellas lo pongo en el blog.
Asi que, estamos encantados, para que negarlo, la ruta preciosa, la gente estupenda, el tiempo y las fuerzas acompañaron todo el tiempo.
Poco más hay que contar, como siempre es imposible transmitir las sensaciones, decir que esta ruta es un regalo constante para los sentidos es quedarse corto. Cómo describir la satisfacción de llegar a un collado? O de beber una cervecita fría en un refugio después de caminar varias horas? Para quien lea esto sólo un consejo… Teneis que ir.
Panoramica de la sierra del Cadí. |